miércoles, enero 24, 2007

Por ti y para ti...


Presencia Ausente

Te pareces al sol.
Con tu luz maravillosa me iluminas
Y acaricias mi enfermedad interna.

Te pareces a la Luna.
Aquella que nos vio mirarla pura,
Deseándonos en mente y en el alma.

Creo que eres más de lo que creo.

Tu voz se anida en cada tarde
Cuando logro reencontrarme con tu rostro.

Y llenas mi aire de expansión inmensa,
Penetras mi cerviz de gentil melancolía
Para apoderarte de mi existencia.

La distancia parece no inmutarse,
Porque te sigo viendo junto a mí
En alma, mente y sentimientos...
Mas la desesperación aumenta.

Deseo tener tus manos en mí,
Tocar tu boca joven, suave
Tan suave como el terciopelo
De las nubes otoñales, de tu recuerdo.

Y anhelo tenerte entre mis brazos
Para fundirnos en una sola respiración
Y crear un solo hálito de vida
Junto a las luciérnagas del viento.

Pienso en el sentimiento
Que logró gestarse entre nosotros...
Y me siento un todo en plenitud.

Has tocado con tus manos mi universo,
Has traído hasta mi mundo tus caricias,
Has dejado en mi vacío tus amores
Otorgándole a mi ambiente sangre fresca.

Espero mis momentos junto al cielo
Que nos vio nacer de improviso
Como dos cometas en el universo,
Como estrellas fugaces sin aviso.

Tu silueta se dibuja en el recuerdo
De la tarde en que besé tus labios,
De la noche en que miramos nuestros rostros
Como perlas de pasión oculta.

Junto a ti mi esencia cambia,
Pues los restos del silencio se transforman
En la luz de tu mirada majestuosa.

Escrito pensando en aquella mujer que logró atravesar mis barreras, predispuestas a un "no" que parecía eterno. Gracias por estar ahí, por ser parte de mi existencia que, en estos momentos, sólo anhela tu presencia.


Salida

Miro hacia el infinito.

Deambulas por el ocaso del silencio,
Naufragas en el viento de la tarde
Que nos ve sellar la historia que escribimos.

Tu alma me hace falta.

En aquel instante te vi,
Y logré atravesar tu pecho adolescente
Para encontrarme con la esencia de tus manos.

Y me perdí en el universo.

Jamás pudieron encontrarme en plenitud,
Solamente hicieron caso a la receta
Que parece ser el camino fácil.

Y te busco en las caricias del recuerdo,
Porque ya no estás junto a mí.
Te llevaste mi bienestar,
Mi esencia, mi esperanza, mi paz.

Has dejado vacíos poderosos
Que me hieren, me estimulan y me calman.

Es la hora de huir,
De pensar en la fragilidad de la vida
Y animarse a no pensar.
Pero tu voz me persigue,
Tus ropajes sueltos en mis manos
Me devuelven el aroma a tu cuerpo.

Y te pienso a cada instante.

Sobre el fin de la esperanza y el recuerdo
Apareces presurosa y principiante,
Invadiendo mis espacios terrenales
Y cambiando mi hambre por sed de ti.

Te apoderas del ambiente
Y todo huele a ti.

Mis pensamientos son claveles dirigidos
Que anhelan tu silueta entre mis manos.

Te veo en cada rincón,
En la soledad inmensa
De un otoño como el nuestro.

En la inmortalidad
Te vistes de infinita para no saberte,
Para confundirme entre mis miedos
Que con valor desean tus besos.

viernes, enero 19, 2007

Escrito en momentos de profundas vacilaciones sentimentales, ante la incapacidad del escritor de poder asegurar la gestación de un sentimiento de iguales magnitudes en ella... la veía en medio de la gente, conocía su corazón, pero no lograba saber si en ella los sentimientos eran igual de poderosos que en él. En medio de diversos pensamientos contradictorios, surge esta creación, como un reflejo de la mente confusa de aquel que logró vertir sobre un papel estos versos.

Inseguridad

Miro a mi alrededor.

Tan sólo veo espinas francas,
Raíces de eternidad sensata
Y soles dejando sus tristes vestigios.

Siento en el corazón.

Y la música de aquella naturaleza
Florece cuán vivo rosal joven
Siguiendo los pasos de su dueño.

El transcurso de la noche es uniforme
Y los trazos de tus manos se dibujan
En la fina y larga estela del silencio.

La oscuridad parece nula,
Los rincones de tu boca se acercan a mis manos
Que anhelan tu divina desnudez.

Hoy me encontré conmigo mismo
Y deduje los límites de mi carnalidad...

Tuve miedo.

Y alabé tu corazón de niña adolescente,
Miré hasta el infinito de tus ojos
Y te amé con la esencia de mi ser.

Y no fuiste capaz de verme así.

Porque la honda investidura del dolor
Se introdujo en los abismos de mi cuerpo
Y miraste mi inseguridad.

Fenecí junto al recuerdo
De una tarde sola y delirante,
Junto a tu retrato sobre mis espacios
Que acarician tu boca, tu pelo...

Tan sólo a lo lejos.

La distancia se ríe de mí,
Pues tu voz desaparece con el viento
Que logró refrescar mi intimidad.

Y me voy, desaparezco por los aires
Cantando canciones hacia un cielo infinito.
Los cielos y la Luna me aplauden con donaire,
Tu esquina en mi cielo es un clavel marchito.