domingo, junio 29, 2008

Nada en sí

No tengo nada,
no soy nada.
En cada espacio del infinito,
en cada intento del aire
en estos vasos de silencio
habita un soplo de amor.

No soy capaz de darte nada,
porque no tengo nada
ni soy nada.
No quiero condenarte a un idilio
que de pura inexactitud acabará un día
por desaparecer.

No soy lo que esperas,
ya que no soy capaz de darte nada
porque no tengo nada
ni soy nada.
Me siento atemporal,
extraterrestre y completamente diferente,
perteneciente a un mundo extraño,
a un lugar distinto, a un destino disparejo.
Siento que no soy lo que esperas,
que en mí encontrarás algo
que te hará desfallecer por el puro miedo
a la costumbre.

Pienso distinto, camino distinto,
voy por vía diferente
al común denominador de la gente.
No bailo, no fumo, no bebo,
no tengo iniciativa, no soy apuesto,
no hago locuras de amor,
priorizo mis aspectos académicos.
Sigo el camino que me parece correcto,
ese que guía a las personas al camino
infinitamente glorioso.
Un camino más puro, más inocente,
más extraño, más diferente.

Pero aún así siento
que en mí no hallarás algo acorde
con lo que deseas encontrar en un hombre.
Siento que me idealizas como un mal necesario
como la especie extinta que toda mujer busca,
pero que a pesar de todo
parece posee instinto.

Si aún así eliges estar conmigo,
y decides pasar por alto mi advertencia
te atreverás a descubrir en mí
algo que nunca esperaste,
algo que pena como un infantil deseo,
como una mentira caprichosa
en cada relación de amor.

En mí no encontrarás mayores problemas,
no sufrirás como Julieta ni yo seré tu Romeo,
pero sí encontrarás la más pura de las virtudes
que te hará la reina más hermosa,
la doncella preferida, la princesa donosa.
Si decides estar conmigo
a pesar de mi advertencia,
tú serás mi mujer, y yo tu hombre,
y esta tierra que nos ha visto pasar
no volverá a moverse de la pura y deliciosa
estabilidad.
Yo te puedo dar amor, ese amor que no daña
ese que no cela, que no se obsesiona,
que no pasa con los años
como un viento cotidiano de las tardes.

No me veas como un hombre ideal,
porque no soy lo que esperas,
y esto es porque no soy capaz de darte nada,
porque no tengo nada
ni soy nada.

Y aunque no tenga nada, ni sea nada,
si decides pasar por mi puerta
e ignorar mi advertencia,
seré capaz de inventar
nuevas pasiones en mí,
darle vida a un corazón de carne
y así, simplemente,
amarte y hacerte feliz.

sábado, junio 28, 2008


En silencio

En silencio mirando
el fulgor de tu rostro,
el carisma imperante
de un otoño intrínseco
de mi soledad.
Callando mis ganas
mis deseos de amarte
ante la negativa
de mi realidad.
Desvisto el silencio
en mi cáliz de plata,
en la esquina impura
de un sabor impuro,
de un deseo impuro
con caducidad.
Una luz sobre mí
se tradujo en tus ojos
con la calma exacta
en tu forma de ser.

El presente y su llaga mortal.
El contexto infame de la realidad
en la que existimos los dos
como entes lejanos de amor,
como esquinas lejanas
y mundos lejanos
de vivo color.

Me duele entenderme
tan inmensamente vulnerable,
tan dueño de mis elecciones
y tan despojado de mis emociones.
Siento que estás en cada rincón,
en cada espacio extemporal
de cada segundo de mi vida.
Pienso en la voluntad
de cada ente constitutivo
de cada espacio de mi realidad,
en tanto que ser nominal
de cada propio control
en cada mal delictual.
Me aferro a la idea piadosa
de mis barreras y prisiones,
de mis constantes limitaciones
que procuran incrementar
el espacio entre los dos.

Creo que te amo infinitamente
en el ocaso de un atardecer,
en cada momento del día
en que puedas sentir junto a ti
el calor de mis brazos.
No sé cómo ni dónde,
ni creo entender por qué
mi existencia parece indicarte
como su única justificación.

Aunque rías en brazos de otro
y ames con sinceridad
entregándote a otro,
mi corazón seguirá latiendo
y mi hálito de vida te señalará
como su único por qué.
Aunque tu voz y tu mente
señalen otro nombre
y tu boca de plata
esté en otros labios,
este fuego interno
vivirá eternamente
para darte calor.
Aunque la llama de tu ausencia
sea un puñal asesino,
y el ocaso de mi inexistencia
en tu corazón
sea un brebaje de desilusión,
el latido de mi voz
y mi fuerza interior
vivirán en silencio
de ti,
por ti
y para ti.