viernes, julio 04, 2008


Sin nada más

Estás sentada sobre un monte estrellado,
sobre un lugar que es de otro,
sobre un lugar inalcanzable.
No me siento capaz
de cambiar mi realidad,
deshacerme de mi estupidez
y de esta voz digitiforme.
Porque te siento pulcra, a veces mágica,
despojada de toda brisa infernal
sobreviviente en nuestra esencia humana.
Todas las melodías me hablan de ti,
cada paso que doy, cada vivencia del ser.
Nada tiene sentido en tu ausencia,
nada muestra su real valor,
no logro dimensionar
el escenario en el que estoy,
aquél que deseo mostrarte.

Eres de otro.
Cada ente viviente en mi mundo
se burla de mí incesantemente,
haciéndome ver quién soy, quién he sido.
Y así logro entenderme
como un huésped de tu pelo y de tus ojos
en la medianía del silencio.
Y así logro ver
cuán negligente soy
al pensar en armarme del valor necesario
para invitarte a dar vueltas y vueltas
por mi mundo monosílabo.
No tengo nada con qué pelearte,
no poseo las armas suficientes
para iniciar la lucha que me conduciría
al centro de tu cuerpo.
Siento que estoy coartado
por mi propia incapacidad
y mis complejos varios.

Sin embargo deseo,
con los tercios más fuertes de mi corazón,
observarte nuevamente por ahí
en las tardes otoñales
que tantas y tantas
he visto pasar.
Porque cuando apareces
me olvido de mí mismo
y me aplico a recorrer el camino
que me lleva a encontrarte sin ropas
en la riqueza voraz del viento
que arrecia mis noches serenas.
Porque cuando estás
la bruma se desgarra
como un velo de seda fugaz.
Porque cuando te miro
el color de las cosas es diferente
y el silencio que gobierna mis días
decide animarse a no aparecer.
Pues cada una de tus miradas
envuelven mi cáliz de plata,
poseedor de todas mis cargas
y de mis pesadumbres,
redimiéndolo en la cruz de los años
que han visto este río correr.

Y aunque todo parezca perdido
y mis ganas se animen a no estar,
el sólo color de tus ojos
vivifica de verde mi existir.
Porque eres la naturaleza de mis deseos,
el hálito de vida que existe en mi ser.
Porque eres la esencia de mi voz,
el viento que impulsa a las olas
de éste, mi mar pasajero.
Porque aunque exista en mí
un deseo fugaz y contenido
de arrancarte de mi piel, de mis recuerdos,
tu sola presencia en mis días
adorna mi espacio emocional.
Y aunque sepa que eres de otro,
y nunca mía,
el color de mi amor es más fuerte
y no conoce de razón.
Aunque vivas allí sin amarme
y yo perezca de caducidad,
ten claro que nunca encontrarás
un amor tan real como el mío
que se esfumará en el olvido
de entenderse sin nada más.