domingo, octubre 05, 2008

En delirio

Miro hacia el mundo,
hacia los astros del silencio
que desfilan como cuerpos desnudos.
Miro hacia el norte,
donde se esconden los recuerdos
de una noche intrínseca y furiosa.
Deseo verte
junto a un enjambre de esperanzas
y de vientos fulminantes.
Me asusta el hambre
que me ha invadido de improviso
como una oscura realidad.
Siento que muero
en el ocaso de mí mismo
y de mi absurda existencia.

Aquel delirio
es un puente, una vía
al paraíso.
Estos recuerdos
son horizontes de esperanza
y de silencios.
Mi realidad
se ha divorciado del instante
en que sentí felicidad.
Ya no hay momento
en que mis pies descansen
junto al calor de tu cuerpo.
Te fuiste como un ave libre,
junto al viento de las tardes
y al silencio que arde
en un espacio simple.
Nunca más me recompuse,
nunca supe entender,
nunca advertí tu descontento
ni tus ganas de ceder.
Y ahora estoy solo,
condenado a un exilio personal,
despojado de mí mismo
y del saber amar.

Y cuando fuiste mía
y te escondiste tras mis brazos
nos hicimos uno solo
en un suspiro de amor.
El tiempo y la rutina
destruyeron la pasión,
como en un poco de aire,
como en un canto de amor,
como en el centro del mar
y en lo profundo de mi voz.
Estás a lo lejos
aún en mi cabeza,
en mi corazón, en mi conciencia
y en mi torpeza de no entender
lo que ocurrió.

En el delirio de este exilio
me siento bien, estoy mejor.
En mi triste realidad
creo estar bien y mejor.
En el ocaso de mi existencia
quiero estar bien y estar mejor…
al menos bajo este delirio
logro vestirme para atenuar el frío
y encuentro como atenuar mi hambre.