Hoy es un día especial. A sólo horas de mis 17 años quiero contarles una historia, de un hombre en su búsqueda de vida eterna. En la primera parte de esta magna creación se encontrarán con la experiencia del hombre terrenal, que le cuesta dejar a su mujer, que lo acompañó durante tantos años. Luego viene el encuentro de esta persona con su creador, donde recuerda el sacrificio que hizo por él, el amor que le tiene y la posterior entrada que le da a la preciosa ciudad celestial. En lo personal, un poema que revive el hallazgo que Dios hizo conmigo, en que me vio necesitado y acudió a mí, haciéndome inmensamente feliz. Fue en ese momento en que todas esas palabras de los versos finales se apoderaron de mi mente, y ahora tengo la esperanza que me hace vivir feliz: La vida eterna.
Para los grandes lectores e intérpretes hay un gran desafío... ¿Qué significa la mujer en la primera mitad del poema? La actitud más introspectiva es la única capaz de dilucidar este misterio.
Cambio
La muerte me lleva por un camino oscuro,
Y el mar parece viajar en dirección contraria.
Te metes por mis poros,
Entras por mis cántaros, de plata enardecidos,
Y eliminas mi voz, poniendo tu sombra.
Cabalgas en la noche del sol inoportuno.
Un adiós determina mi partida
Y un beso de tu boca triste y dulce
Se encarga de lanzarme hacia la huída.
De estos versos brota mi esperanza dura,
Se congela para darte vida
Y se hunde en un mar de recuerdos.
Hoy te volví a ver.
Como en un rincón de rosas tristes
Estabas desnuda con ojos de cielo,
Invitándome a estar cerca,
A besar tu pelo de uniformidad sensata.
Mas mis ojos de infantil melancolía
Son como el viento del anhelo imposible.
Y a lo lejos te diviso, volando alto,
Escapándome del soplo de la perversión
Que viste mi caudal infortunado.
Se alumbra mi cuarto con tu rostro.
Has llenado mi flagilidad vacía
Y elevaste mi mente a la altura de tus atrios.
Te hiciste semejante a mi,
Tan sólo para darme la gloriosa bienvenida.
Te acercaste a mi lejanía, despojándote de tu gloria.
Y me abrazas con amor eterno,
Enjugas mis lágrimas que piden clemencia,
Me invitas a entrar con tus ojos serenos
Y abres el cielo ante mi inocencia.